Lev. 6:8-13
Dios da especificaciones sobre el fuego en el altar, haciéndo enfasis en mantenerlo encendido, para esto se requiere: primero, limpiar las cenizas y luego alimentar el fuego con leña. Para presentar nuestro sacrifício en el altar, este debe estar listo para quemar la grasa de aquel sacrificio. En nuestro altar personal, que tan preocupados somos de mantener diariamente...
- El fuego encendido, alimentando con leña ese fuego. Podríamos interpretarlo como la practica de disciplinas y bien podrían ser la lectura de la palabra, la meditación, la oración, el ayuno, etc.
- La limpieza, de las cosas que restan; que se quedan en muchas ocasiones en ti por descuido y son producto del caminar, la confrontación, la rutina. Estos pensamientos negativos, raices de amargura que quieren permanecer en nosotros; definitivamente hay que borrarlas.
- quemando las grasas de "mi" holocausto. Mis apariencias, lo que no soy, lo que permanentemente llevo con obstentación, el orgullo, la vanidad etc.
Debe arder el fuego de tu llamado y tu consagración toda la noche, hasta el amanecer y siempre se mantendrá encendido.